La piel es el mayor órgano del cuerpo humano. Nos protege del mundo exterior, pero es a la vez delicada y frágil. Necesita de cuidados especiales. Por esa razón, los laboratorios ponen todo su empeño en elaborar productos formulados específicamente para cada necesidad de piel. Los cosméticos que encontramos en la farmacia tienen texturas adaptadas a cada tipo de piel: seca, normal, grasa, sensible… La textura no solo es una percepción sensorial, es una forma inteligente de lograr que los ingredientes penetren mejor en la piel y resulten más eficaces.
Una norma no escrita pero aceptada universalmente aconseja emplear los productos de menor a mayor densidad. Si aplicamos en primer lugar un producto muy denso ejercerá de barrera para la penetración de otro más ligero y le restará efectividad. Así pues, debemos empezar con las texturas más fluidas y ligeras y concluir con las más densas. Lógico, ¿verdad?
Agua micelar
Si empezamos por las más ligeras, nos encontramos con las aguas micelares. Su textura es líquida que aporta una sensación de frescor a la piel. Formuladas con tensiactivos, su textura acuosa es perfecta para una limpieza integral.
Contornos de ojos y labios
La piel del contorno de los ojos y de los labios requiere de un cuidado especial. Es más sensible y delicada que la del resto del rostro. Tanto si empleamos un producto para ambas zonas como uno específico en cada una de ellas, debemos aplicarlo antes de empezar con la rutina facial.
Soluciones y boosters
El siguiente escalón lo ocupan las soluciones, que pueden ser oleosas (base de aceite) o acuosas (base de agua). La industria recurre a esta textura para elaborar los boosters, productos que potencian los resultados de otros productos. Normalmente son soluciones acuosas, lo cual tiene sentido ya que deben aplicarse al principio de la rutina. Las ampollas, ideales para tratamientos de choque que exigen resultados inmediatos, también pueden tener solución acuosa u oleosa. Emplearemos primero las de base acuosa.
Sérum
El sérum es una textura que ha cobrado protagonismo en los últimos años. Los sérums suelen ser fórmulas de activos que ejercen una acción intensiva. Su textura es más ligera que un cremagel pero más densa que una solución. Este tipo de productos potencia la eficacia de la crema que apliquemos después, al igual que los booster. La diferencia entre ambos radica en que los sérums contienen más activos y los booster una concentración más alta.
Gel
El siguiente puesto en esta clasificación de texturas lo ocupan los geles, de textura fluida, suave, ligera y que no resultan untuosos ni grasientos. Normalmente se destinan a pieles mixtas y con tendencia seborreica. Una característica de los geles es que refrescan la piel y, al mismo tiempo, permiten que los activos estén en contacto con la piel durante más tiempo.
Las cremas gel tienen un punto mayor de densidad que los geles, ya que son un mix de gel y crema. Por su textura son apropiadas para pieles normales y mixtas y suelen gustar a los hombres, al igual que los sérums, porque son menos densas que las cremas nutritivas.
Las cremas ocupan el último puesto de aplicación en este ránking de texturas. Son las más densas y habitualmente están indicadas en pieles secas o aquellas que requieren un extra de hidratación y nutrición.
Y, por supuesto, el producto que nunca debe faltar en cualquier rutina de belleza, independientemente de nuestro tipo de piel, es el protector solar. Muchas cremas hidratantes o antiedad incluyen un factor de protección solar, normalmente SPF15 o SPF30. Este factor es suficiente en invierno, pero en verano y en pieles muy claras, con fototipos bajos, recomendamos emplear SPF50.
Ya sabemos en qué orden aplicar nuestros cosméticos, pero quizá te estés preguntando cuánto tiempo debes esperar entre la aplicación de un producto y otro. Cada laboratorio recomienda un tiempo concreto para sus productos, pero en general lo razonable es esperar a que la piel haya absorbido un cosmético antes de aplicar el siguiente.
Por supuesto, debemos insistir en lo importante que es limpiar bien la piel antes de aplicar esta rutina de cosméticos que acabamos de ver. Una piel con impurezas dificulta la penetración de los activos y les resta eficacia. La
limpieza es un paso básico de nuestra rutina que debemos seguir tanto por la mañana como antes de acostarnos.
En definitiva, ten en cuenta cómo es tu piel y qué necesidades tiene antes de elegir los productos dermocosméticos que formarán parte de tu rutina diaria.